Por el cielo ya oscurecido de Azeroth va Kokoronai sobre su Raya, en busca de un de sus rincones de tranquilidad, los lugares que comparte con Kodanda para estar a solas. Pero para su sorpresa hay alguien allí, y esa figura le sonaba mucho, si, era Koda. No sabía si bajar o irse a otro sitio, pero vio que le saludaba y decidió bajar.
- Hola koko, ¿qué haces por aquí?
- Bueno, nada en especial... solo quería aislarme.- inevitablemente Koko se queda mirando al horizonte sin ver nada, sumido en sus pensamientos.
- A ti te pasa algo. Ven vamos a sentarnos. Si no quieres contármelo, no pasa nada, pero siéntate conmigo.
Los dos se sientan en una roca, uno al lado del otro. Pero Kokoronai no parece que vaya a dar mucha conversación, así que Koda es quien toma la iniciativa.
- ¿Sabes que Margoz se esta haciendo muy fuerte? Pero no quiere ayuda. Es más, te contaré algo que solo él y yo sabemos. Nos hicimos una promesa.- Koko empezó a tener interés por lo que le estaba contando.- Hace mucho tiempo que no nos vemos, y no nos veremos hasta que él este preparado, es decir, cuando crea que es lo suficientemente fuerte. - a Koda se le escapa una risita.- Éste Margoz... orco tenía que ser, jeje..
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?
- Nada. Pero como tu no contabas nada lo he hecho yo. Al menos veo que te has interesado por algo. Hace días que te veo como un alma en pena. ¿qué te pasa?
- Pues.... que no se que le pasa a todo el mundo que no paran de meterse conmigo sin venir a cuento... Solo les falta pisotearme. Odio este sentimiento. Y encima me siento utilizado. Encima que les ayudo no tienen en cuenta mis sentimientos. Que se aun mago del hielo no quiere decir que mi corazón también lo sea. - Empiezan a caerle lágrimas por las mejillas - No tengo donde ir, en mi estado no puedo volver a Karazhan porque podría ser un peligro. Nadie me entiende, ni lo intentan...
Koda está sorprendida, nunca habría imaginado que "el Gran Kokoronai" pudiese derrumbarse, y menos delante de alguien. El instinto de Koda fue darle un abrazo, sin saber cual sería su reacción le pasó los brazos alrededor mientras él estaba agachado hacia sus rodillas, no se movió. No dijo nada. Solo lloraba luchando contra sus sentimientos.
Estuvieron así un rato, hasta que se calmó un poco, entonces Koda retomó la conversación.
- Koko, en parte es normal su reacción, aunque quizás desmedida y fuera del momento... eso no te lo niego. Pero has de tener en cuenta que tu forma de ser es muy diferente a la de los demás. Por eso a veces somos duros contigo, para que te suavices. Porque a veces sin darnos cuenta hacemos daño a los demás, aunque no sea nuestra intención.
- ¿Cómo lo de llamar orco a Záck?
- Por ejemplo.
- Bueno, ya me he acostumbrado a su disfraz, jeje
- Koko...
- Era broma... Pues no le llamaré orco, pero no será tan divertido. Bueno supongo que será mejor que vaya solo una temporada. - se levanta, ya un poco más animado, el cielo empieza a clarear, un nuevo día se acerca. Koda también se levanta.
- Koko, ven aquí. - éste se gira y se encuentra con un abrazo de Koda, después de unos segundos de sorpresa, se lo devuelve.- Has crecido mucho, ya eres un hombre, y no puedo cuidar de ti como antes, así que no hagas muchas tonterías. Aunque te cueste creerlo, hay gente que se preocupa por ti. Y sabes de quienes te hablo. No nos olvides.
- No lo haré. Gracias..por todo.
Kokoronai hizo un desayuno mágico, que tomaron mientras contemplaban la salida del sol. Charquito y el Girasol estaban durmiendo plácidamente, hasta que la luz os fue despertando con su calidez. Cuando estuvieron bien despiertos y ya correteando, Koko y Koda se despidieron.
Koda se quedó un rato más, observó como se montaba en su Raya y justo antes de partir se giró y le dijo:
- No te preocupes por lo que me has contado, no se lo diré a nadie.
- No me preocupa.- y le sonrió mientras le decía adiós con la mano.
Al poco rato Kodanda se quedó dormida. No era precisamente el mejor sitio para dormir... nunca se sabe cuando te puede sorprender el enemigo, pero no aguantó más y cayó en el sueño. La suerte quiso que tuviese un guardián secreto que la vigiló mientras dormía. Pero contra los sueños no se puede proteger a nadie, y Koda parecía estar teniendo uno un tanto movido. Hablaba en sueños, decía palabras en su idioma, pero entre esas palabras el guardián pudo entender un nombre, Margoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario