jueves, 10 de noviembre de 2011

Un duro camino || Margoz I


En Las tierras de Hyjal es donde se encuentra actualmente Margoz, un orco caballero oscuro al cual ciertas circunstancias le han llevado a empuñar las armas contra quienes a sus ojos son iguales. Los orcos siempre se han caracterizado por su furia y fortaleza en el campo de batalla, pero también tienen un alto sentido espiritual que les permite alcanzar conexiones con otras esferas, un buen ejemplo es Thrall. El orco chamán que Margoz admiraba, admira y admirará, es un ejemplo a seguir para él y para mucho otros. 

Cuando aun era un chaval se vio envuelto en una situación que cambió su vida de forma radical, su pueblo fue destruido por los humanos. Éstos empezaron a aparecer por todas partes, Margoz no entendía que estaba sucediendo hasta que uno de sus compañeros de juego cayó de golpe inerte frente a él, sobre un charco de sangre. Cuando alzó la vista vio como una figura maldecía su existencia con una espada ensangrentada entre sus manos enguantados, en milésimas de segundo se dio cuenta de que él también estaría en cuestión de segundos tendido en el suelo como su amigo. Pero un rayo evitó que la amenazante figura acabase con su vida. Entonces una fuerte mano lo agarró del brazo y lo arrastró fuera del lo que se había convertido en un campo de batalla.

Hasta que no acabó el ataque se mantuvieron al margen, observando desde su escondite la barbarie que se estaba cometiendo en el pueblo. Evidentemente los guerreros orcos salieron en defensa de los aldeanos indefensos, fue una batalla que Margoz nunca olvidaría.

Pasadas unas 5 horas el ambiente se calmó, ya no se oía el fragor de la batalla y los guerreros estaban atendiendo a los heridos. Fue entonces cuando realmente vio a su salvador. Era Thall. Por aquella época era demasiado joven para entrar en batalla, tanto por orden de su padre como por los ideales que por aquel entonces ya tenía muy claros. 





- ¿Eres Thrall verdad?
- Si, no se cual es tu nombre, pero deberías empezar a empuñar un arma o elegir el camino de los espíritus. Lo que acabas de ver hoy es solo el principio de lo que se avecina. Eso decía mi padre, y ahora me lo creo. 

-Me llamo Margoz, pero no quiero empuñar un arma, no me gusta luchar. ¡No me gusta la guerra!
- ¿Si tuvieras algo que proteger tampoco empuñarías un arma?
Margoz se queda pensando... - Supongo que si..

- Entonces práctica para poder protegerlo. O no durarás mucho. Vamos a ayudar con los heridos. Piensa que no tenemos muchas opciones, hasta yo me veo obligado a luchar.

Lo último que recuerda de ese día es un montón de orcos heridos, unos pocos muertos y una pesadumbre sobre sus hombros. Aquella imagen le generó una rabia que se guarda para cuando realmente la necesita, que es en batalla. Y una imagen que guarda en su memoria como el fin de ese día, es a todos los orcos guerreros y no guerreros que formaron parte de esa batalla con el fin de defender lo que les pertenecía y querían. Grandes orcos con grandes corazones, ilusiones y vidas que proteger.

Desde entonces fue practicando, sin poner mucho interés a excepción de momentos en los que recordaba o cuando el recuero volvía en forma de sueño a atormentarle y salía en plena noche a desahogarse.
Probó de entrar en el grupo de los chamanes, ya que era algo más espiritual que los guerreros, pero no superó las pruebas. Y se veía incapaz de volver a ver como amputaban miembros para evitar la muerte del herido. Así que siguió con la formación como guerrero. Lo único que le gustaba era que podía usar un hacha como arma, y se ocupaba el tiempo haciendo de leñador, esa fue la manera que tenía Margoz de entrenarse. Y para evadirse de esos pensamientos  que le hundían en un pozo negro, iba de pesca con su padre y su abuelo. Paulatinamente empezó a pasar más tiempo pescando que cortando leña. Convirtiéndose en el pescador del pueblo.

Pescando era feliz, y a veces enseñaba a los pequeños como tenían que poner el anzuelo, lanzar la caña y más de una vez tubo que hacerles cañas improvisadas porque las primeras iban al agua. Eran momentos muy felices, en los que todos reían juntos. 

1 comentario:

  1. sigue la historiaaa! que me has dejado a medias... que bonita y triste por eso..

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